En Argentina la mitad del electorado se rindió sin pelear frente a sus verdugos. Pocas veces se ha visto tal cobardía política y renuncia a los valores civilizatorios.
Poner la esperanza en los políticos alimenta un ciclo permanente de decepciones. La esperanza que hemos que recuperar surge de la libertad de cada persona.
Una nación no puede prosperar solo con palabras. Requiere acciones inteligentes basadas en hechos, no en luchas imaginarias vs conservadores imaginarios.